Durante la cena o la comida sin querer, la salpicaremos con algunas gotas de salsa, se nos derramará alguna copa de vino o cava o la mancharemos de chocolate. Como no podemos evitar que se manche aunque muy poco, al final tendremos que tratar las manchas y lavar el mantel y las servilletas. Así que este artículo va dedicado, precisamente a eso: a la limpieza fácil y efectiva de la mantelería más delicada. En él, os daremos unos sencillos y útiles consejos para poder guardarla en perfectas condiciones hasta la próxima ocasión.

Te diremos cómo quitar las manchas, cómo lavarlos, secarlos y plancharlos dependiendo del tipo de tela, como eliminar el tono amarillento que adquiere por falta de uso y como guardarlo para evitar que se estropee. * Si la mantelería es de hilo...

- se puede lavar en la lavadora, siempre que se use el programa corto, agua fría y jabón para prendas delicadas.

- utiliza un centrifugado suave, especial para ropa delicada.

- no escurras las prendas retorciéndolas.

- evita tenderlas para no dejar las marcas de las pinzas, mejor ponlas a secar sobre una toalla.

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* Si tiene encaje o adornos en seda...

- es mejor lavarla a mano. Si el encaje es hecho a máquina puedes lavarlo en la lavadora en frío, en una funda y sin centrifugar. Si lo lavas a mano, déjalo en remojo con agua fría y un poco de jabón líquido neutro. Cambia el agua a medida que se vaya enturbiando.

- sécalo, colocándolo sobre una toalla, sujetando los bordes con alfileres para que el encaje quede bien estirado.

* Planchado:

- cúbrelo con un paño cuando aún esté húmedo. Si tiene bordados, plánchalo sobre una toalla con el relieve hacia abajo.

Una vez lavado y planchado, lo guardamos ya en un cajón o armario hasta la próxima ocasión. Aunque lo hayamos dejado perfectamente limpio, puede con el paso del tiempo si no lo usamos muy a menudo, la tela acabe amarilleándose. La mejor forma de prevenir que se estropeen, es utilizarlos de vez en cuando y lavarlos después.

* Para quitar el color amarillo...

- déjalos en remojo en agua y un poco de lejía de color. Sácalos tras dos horas.

- acláralos bien. Si no se ha quitado del todo, puedes utilizar un poco de blanco nuclear. Después, lávalos normalmente.

- si el mantel es grande, puede que no quede blanco de manera uniforme. Ponlo a remojo en la bañera.

- guarda las mantelerías delicadas, envueltas en papel de seda blanco. Así evitarás que se acumule el polvo y la humedad, y que ambos terminen por amarillearlo por falta de uso.